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María Alejandra relata su mejor milagro de Navidad

La joven es la primera mujer santiagueña donante de médula osea. Su receptor es europeo y el procedimiento se dio el pasado mes de junio. Ella se siente feliz.
Gentileza Nuevo Diario

El momento del brindis será prácticamente imposible no pensarse. Ella desde esta ciudad esperando su segundo hijo y él o ella —aún se desconoce la identidad por el contrato de confidencialidad— levantando su copa desde Alemania.

La protagonista de este milagro de Navidad es María Alejandra Canllo, una joven abogada y apoderada legal del colegio Belén, quien donó la médula ósea a un receptor europeo. Es la primera mujer santiagueña en hacerlo. Ella lo considera como una verdadera “bendición”, una “gracia”, porque “Dios nos da mucho en esta vida y es bueno devolverlo”, lo repite constantemente. Quien la llevó por este camino de entrega y solidaridad fue el Dr. Jorge Yapur, del Centro Provincial de Sangre. 

Junto a su hermana Soledad se inscribieron en el registro nacional cuando fueron a donar sangre en 2013, en el momento que fue creado el centro. A partir de ese instante, ella siempre pensaba: “mirá si alguna vez nos llaman”. 

Y finalmente ocurrió. El 5 de abril de 2017 —fecha del fallecimiento de la madre Catalina, fundadora del colegio de Belén, que fue beatificada meses atrás en Córdoba— desde el Incucai le informaron que el momento había llegado, que debía realizarse estudios para ratificar la compatibilidad con el receptor. “Lo primero que comento es que tenía un bebé de 8 meses, lactante. Y me explicaron que en cada paso iba a ir prestando consentimiento. Y así fue”, relata María Alejandra a Nuevo Diario. 

Se trasladó a Buenos Aires para cumplir con los estudios correspondientes en el Hospital Alemán y el 22 de junio “estaba haciendo la donación, con el constante acompañamiento de mi familia directa y mi suegra”, agregó.

La joven aclaró que la extracción no es dolorosa, que no lleva días de internación, ya que lo hace en calidad de paciente ambulatoria. 

Tampoco debió pagar un peso en lo que respecta a gastos de traslado o permanencia en la ciudad de Buenos Aires, ni ella ni su familia. A seis meses de ese gesto, lleva una sonrisa que ilumina su rostro y afirma que no está arrepentida.
Durante el procedimiento la acompañaron su esposo Fernando, su hijo Agustín, su mamá Alba, su hermana Soledad, su suegra Silvia, sumado al resto de los familiares y amigos.  

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