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Isologotipo y Lema del 5º Congreso Misionero Nacional 2017


Isologotipo del Congreso


El logo del COMINA V, quiere expresar con el libro del Evangelio desplegado y sus hojas en movimiento el soplo e impulso del Espíritu Santo protagonista de la misión. Jesús mismo es la Buena Noticia; en la sinagoga de Nazaret Jesús afirma que la profecía de Isaías se cumplió en Él (cfr. Lc 4,18-21; Mt 11,4-5). Sus colores refieren a la universalidad de la misión y quiere que esta Buena Noticia del Reino llegue a todas las naciones (cfr. Mc 16,15; Mt 24,14).
La Cruz en el centro simboliza al mismo Jesús que con su Vida nos llena e irradia su amor, impulsándonos a anunciar el Evangelio, eje de nuestra acción misionera. Y junto a la cruz la estrella representando a Nuestra Madre María, ella es nuestro modelo y guía, la primera misionera y evangelizadora de la historia, que nos muestra a Jesús y nos lleva a Él. María es verdaderamente la Estrella de la Evangelización, la que precede y acompaña a sus hijos en la peregrinación de la fe y de la esperanza.
La página central representa la silueta de Argentina con los colores que simbolizan a nuestra patria, el azul-celeste y el blanco, dándole la identidad nacional que tiene este Congreso.
Enmarcando todos estos elementos un símbolo muy significativo de nuestro país y la región patagónica: guarda mapuche cruz andina. En su patrón que se repite una y otra vez como eslabones de una cadena, trasmite un mensaje de unidad, de fraternidad e igualdad a nosotros como Pueblo de Dios. Una sociedad que integra y reúne a todos en la mesa del Padre.
Queremos ser Iglesia misionera en actitud de salida, de alegría en el anuncio. Como los discípulos de Emaús reconocemos al resucitado y con el corazón lleno de gozo proclamamos esa buena noticia. La fuente de nuestra alegría es el encuentro con el resucitado. «En el encuentro con Cristo queremos expresar la alegría de ser discípulos del Señor y de haber sido enviados con el tesoro del Evangelio» (DA 28).

«Argentina en misión, el Evangelio es alegría»

Reflexionamos sobre la primer parte del lema elegido para este nuevo Congreso Misionero.


«Argentina en misión»

«Todos los cristianos han sido constituidos misioneros del Evangelio. El discípulo, en efecto, no recibe el don del amor de Dios como un consuelo privado y no está llamado a anunciarse a sí mismo, ni velar los intereses de un negocio, simplemente ha sido tocado y transformado por la alegría de sentirse amado por Dios y no puede guardar esta experiencia solo para sí…» Papa Francisco para jornada de oración para vocaciones del 2017.
Volver sobre la experiencia fundamental de nuestra fe, de nuestro encuentro con Jesús, el misionero del Padre, revestirnos de sus sentimientos de compasión y misericordia ante tanto mal, dolor y muerte, para salir a comunicar y renovar compromiso de ser instrumentos del Reino de Jesús. Si recreamos esa experiencia de amor, vamos sentir a la urgencia de la misión: como lo decía Pablo: «la caridad de Cristo nos urge» 2 Co 5,14. La fe y las comunidades eclesiales nacieron de la misión y solo tendrán nuevo dinamismo y vigor si actualizamos la misión entre nosotros. Una misión que supera la instalación, las comodidades, los riesgos, «lo muy planificado» prejuicios, y fronteras. Traspasados por la Caridad de Cristo, -que nos hace percibir tantas voces que piden ayuda; pobrezas, cercanas o lejanas, que claman de corazones solidarios-, aligera nuestros pasos, moviliza nuestras capacidades y talentos, enfervoriza nuestro corazón para ponernos en camino y dar la vida por los hermanos.
Estamos llamados a renovar una «primavera de la misión» en nuestra Iglesia Argentina. Somos herederos de un Don que han encarnado y nos han legado infinidad de testigos-misioneros, entre otros el Santo Cura Brochero y la beata Mama Antula. ¡Fueron apasionados misioneros que no se guardaron nada para sí! La caridad de Cristo que sentían en sus vidas los impulsó a salir a los caminos, encontrarse con sus hermanos, regalarles el don que recibieron y encendieron con el amor de Dios muchísimas vidas y ambientes sociales y eclesiales. Siguiendo sus huellas, renovemos el amor afectivo y activo por la misión en nuestra Iglesia. Solo así podremos renovar la alegría y la esperanza en comunidades tristes, cansadas y cerradas en sí mismas.
Los santos nos acompañan, inspiran y guían, en nuestra marcha y en nuestro anhelo de ser una Iglesia misericordiosa y misionera.
Vicente Bokalic cm


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